martes, 9 de diciembre de 2008

Pequeños paralelismos.

Aunque yo ya estaba aquí en la revolución del '68 -vine dos meses antes...- lo del cine me nació allá por el verano de 1996; ni siquiera valió para crear afición en mí el hecho de que mi padre fuese proyeccionista de la sala de mi aldea (San Antonio de Requena, en Valencia) cuando yo era crío, pero eso sí, recuerdo tiernamente mis escarceos por la cabina de proyección recogiendo recortes de película que luego guardaba en una bolsa blanca como un pequeño tesoro, al igual que Totó, el niño de Cinema Paradiso.



¿Recordáis la imagen de estos fotogramas?...


¡Cuánto daría hoy por haber conservado aquellas puntas de película acumuladas en mi niñez!, tal vez será por eso que años después, ya con mi afición al cine bien definida y teniendo la ocasión de entrar cuando quería a la cabina del Cinema Astoria de Requena, también iba recogiendo esos desechos de los empalmes entre bobina y bobina, que a veces ni llegaban a ser un fotograma entero. Todos esos trozos, algunos pisoteados, mal cortados y siempre con huellas dactilares, un buen día los coloqué en marquitos para diapositivas de formato 35 mm, poniendo incluso dos de ellos en un marco porque uno no llenaba la ventana de 24 x 36 mm, y puse los títulos de las pelis de las cuales procedían. Paradójicamente, y debido a las traiciones de la memoria, lo olvidé y hace unas pocas semanas trasteando en mi "laboratorio" me di de bruces con esas dos cajitas de diapos que guardan los fotogramas recopilados: no quiero ser pretencioso, pero para mí fue algo parecido a cuando al protagonista de Cinema Paradiso le entregan esa vieja y golpeada lata que escapó del incendio del antiguo cine, y visiona la bobina con las escenas que el cura censuraba, con los besos de las películas unidos uno tras otro.


















He aquí unos fotogramas que cogí en la cabina del Astoria



de las películas "El misterio de la bruja de Blair" y "Fuera de control".